Una estación desconocida para todos, una incógnita...
En este hermoso viaje para algunos y desagradable para otros, nuestras vivencias aumentan día a día, nos hacen más sensibles o nos endurecen día a día.
Estación tras estación, se suceden diariamente, y pasamos del amor al desamor, de la esperanza a la desesperanza, del apego al abandono, de la alegría a la tristeza...
O tal vez nuestras estaciones se suceden en orden diferente, pero una tras otra forman parte de nuestras vidas.
Cada estación tiene un mensaje, una enseñanza. Nos encontramos con rostros conocidos en este tren, o con otros que nunca vimos antes pero que aparecen, por algo, en nuestras vidas.
Al iniciar el viaje nuestra maleta no nos pesa tanto, pero minuto a minuto se llena de recuerdos, de pasiones, de momentos...
Tratemos de no ser rígidos en el recorrido, tratemos de desviarnos cuando nuestro espíritu así lo quiere, tratemos de descansar cuando el cansancio ya no nos permita disfrutar ni gozar...
La meta final nos espera a todos por igual, está en nosotros disfrutar de este viaje y llevarnos en la maleta lo más lindo, lo más profundo, y todo aquello que hace que un simple paseo se convierta en un viaje inolvidable.
El viaje puede ser importante, pero el contenido de nuestra maleta es el que nos permitirá seguir de pie ante las adversidades, ante los contratiempos.
Por eso no dudemos en guardar en ella los mejores recuerdos, las más hermosas pasiones, los más grandes amores y sobre todo: los instantes en que fuimos muy, pero muy felices...
Sólo abriendo esa maleta, a medida que se acerque la última estación, podremos afirmar que valía la pena este viaje.
En la vida todo es ir
«En la vida todo es ir
a lo que el tiempo deshace.
Sabe el hombre dónde nace
y no dónde va a morir.»
El hombre que en la montaña
–por la cruz de algún camino–
oye la voz del destino,
se aleja de su cabaña.
Y prosiguiendo su hazaña
se dirige al porvenir
una esperanza a seguir.
Mas no ha de volver la cara,
pues la vida es senda rara:
en la vida todo es ir.
Miro esa palma que airosa
su corona al sol ostenta
y miro lo que aparenta
la esplendidez de la rosa.
Contemplo la niña hermosa
riendo a lo que le place,
y lo que el viento le hace
a la hoja seca del jobo:
es la vida como un robo
a lo que el tiempo deshace.
Tuve un hermano que dijo
–«Cuando salí de Collores...»–
Así cantó sus amores
al Valle del que fue hijo.
Una y otra vez maldijo
la gloria que en letras yace,
(y en que su nombre renace),
pues que llegó a comprender
lo poco que es el saber:
sabe el hombre dónde nace.
No hay más. Un solo camino
que se quisiera tomar,
mas la suerte del andar
maltrata y confunde el tino.
Nadie niegue su destino.
Es que ser hombre es seguir
–y un ideal perseguir–
por la vida hacia delante,
sabiendo lo que fue enante
y no dónde va a morir.
Letra de Juan Antonio Corretjer
Música de Roy Brown
3 comentarios:
Gracias a Ud por haber llegado a este blog y por su amabilidad como poeta a la que invito a poner su dirección en ésta
hola! Pa, sos todo un poeta...Hay mucho dentro de tu alma q quiere salir...Pues este sera un medio. Sigue asi!!:
Sol.
Hola Elho.
Te encontré por casualidad, que sentimientos tienes, cuánta verdad dices, se refleja que eres sensible.
Tienes vitalidad, energía, entusiasmo,etc...
No dejes de escribir, otro día me pasaré a leerte otra vez...
Me conformaba con un 10%de tu ánimo, ya que los tengo por el suelo.
Te deseo de corazón, que la vida te sea bella.
Saludos y besos
UNA MUJER...
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