30 marzo 2006

El Tren de la Vida

La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.


Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres.


Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable. No obstante, esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales.


Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros maravillosos amores. De las personas que toman este tren, habrá los que lo hagan como un simple paseo, otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje, y habrá otros que circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite.


Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.


Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son tan queridos se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos, pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.


No importa, el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.


Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tengan de mejor.


Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda.


El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, mucho menos donde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.


Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia.


Creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que me hice en el viaje será dolorido. Dejar a que mis hijos sigan solitos, será muy triste. Pero me afierro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.


Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valiosa.


Hagamos con que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que en el viaje permanezcan.


autor: chitita2000.




Le fue dada la música invisible
que es don del tiempo y que en el tiempo cesa,
le fué dada la trágica belleza,
le fué dado el amor,cosa terrible.


Le fué dado saber que entre las bellas
mujeres de la tierra sólo hay una,
pudo una tarde descubrir la luna
y con la luna el álgebra de las estrellas.


Le fue dada la infamia.Dócilmente
estudió los delitos de la espada,
la ruina de Cartago,la apretada
batalla del Oriente y del Poniente.


Le fue dado el lenguaje,esa mentira,
le fue dada la carne,que es arcilla,
le fue dada la obscena pesadilla
y en el cristal el otro,el que nos mira.


De los libros que el tiempo ha acumulado
le fueron concedidas unas hojas,
de Elea,unas contadas paradojas,
que el desgaste del tiempo no ha gastado.


La erguida sangre del amor humano
(la imagen es de un griego)le fue dada
por Aquel cuyo nombre es una espada
y que dicta las letras a la mano.


Otras cosas le dieron y sus nombres,
el cubo,la pirámide,la esfera,
la innumerable arena,la madera
y un cuerpo para andar entre los hombres.


Fue digno del sabor de cada día,
tal es tu historia,que es tambien la mía.


desconozco el autor



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