31 marzo 2006

Sentado frente al arco iris

Sentado, observando el arcoiris

esperando por tí para ver

si alcanzo a verte,

pero al no verte venir,

darme cuenta que no has de volver,

siento próxima la muerte.

Te fuiste con el arcoiris

y pienso que con él regresarás

mientras yo espero por tí,

sin saber si volverás.

Y aunque no volvieras

donde estes, quiero que seas felíz,

yo me quedo, observando el arcoiris

y esperando por tí.

Mirando el arcoiris,

una lágrima la vista me empaña,

esperando por tí

y esta soledad que me acompaña

al ver el arcoiris en el horizonte,

y yo esperando por tí.



autor: Briogy2






Del Amor y la LLuvia

Esta mañana desperté con el sonido de la lluvia
pues llovía...
con el olor a nostalgia que me llegaba
pensaba que el amor es un riesgo peligroso
que vale la pena vivir
aún de los amores fugaces
que se van por la brecha del tiempo
pero hacen volar mi fantasía como el viento
y me llevan, con su fuerza,
como la resaca, mar adentro.

Entonces el amor se queda lejos
es un sueño intensamente real,
apenas rozas mi piel en mi sueño...
y ya no puedo olvidarte



Me convierto en hoja, en gota, en viento...
para salir a buscarte...
en la primavera... en el verano...
en el otoño... y ni el frío
del invierno me detiene
la ansiedad de tocar... tocarte...
sentir tu tacto en mi piel

Al fin llorar... sobre tus ojos
y entrar al infinito profundo...
de tu alma.


autor: Suigeneris-XX




Dulce amiga lejana


Me dices que me aguarda tu clara ciudad lenta,
que me aguardan sus calles, su río, sus violetas.

Dulce amiga lejana, gracias por tus palabras,
por tu risa callada, por tus manos fraternas.

Gracias por tu recuerdo que me acompaña,
tímido, silencioso y seguro como el alma del agua.

Por decirme, en mis horas de amarguras absurdas,
que el dintel luminoso de tu puerta me aguarda.

Volveré, tú lo sabes. No es posible apartarse
por más tiempo del ámbito de las cosas amadas.

Voy por nieblas de asombro, sin saber el camino
roto el sueño de Enero por la luz implacable.

Volveré y hablaremos como siempre en la tarde,
en el parque de lirios amarillos. La estatua
tenderá inmensamente su mirada de piedra
sobre un mar apacible, de cenizas doradas.

autor: Maruja Vieira







LA LEYENDA DEL ARCOIRIS


Hace mucho, mucho tiempo, en la espesa selva verde esmeralda habitaban pequeños animalitos que provocaban la admiración de todos aquellos que tenían la suerte de poder verlos.


Eran siete magníficas mariposas, todas diferentes, pero cada una con sus alas pintadas de un color brillante y único.


Su belleza era tal, que las flores de la selva se sentían opacadas cada vez que las mariposas revoloteaban a su alrededor.


Eran inseparables, y cuando recorrían la selva parecían una nube de colores, deslumbrante y movediza.


Pero un día, una de ellas se hirió con una aguda espina y ya no pudo volar con sus amigas.


El resto de las mariposas la rodeo, y pronto comprendieron que la profunda herida era mortal. Volaron hasta el cielo para estar cerca de los dioses y, sin dudarlo, ofrecieron a realizar cualquier sacrificio con tal de que la muerte de su amiga no las separara. Una voz grave y profunda quebró el silencio de los cielos y les preguntó si estaban dispuestas a dar sus propias vidas con tal de permanecer juntas, a lo que todas contestaron afirmativamente.

En ese mismo instante fuertes vientos cruzaron los cielos, las nubes se volvieron negras, y la lluvia y los rayos formaron una tormenta como nunca se había conocido. Un remolino envolvió a las siete mariposas y las elevó más allá de las nubes.


Cuando todo se calmó y el sol se disponía a comenzar su trabajo para secar la tierra, una imponente curva luminosa cruzó el cielo, un arco que estaba pintado con los colores de las siete mariposas, y que brillaba gracias a las almas de estas siete amigas que no temieron a la muerte con tal de permanecer juntas.


Desconozco su autor


PEQUEÑO VALS VIENÉS
*
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
*
Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
*
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,

en nuestra cama de luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.
*
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

*
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría,
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Tomo este vals del "Te quiero siempre".
*

*
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

*
Poeta en Nueva York, Federico García Lorca

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