espero sin reclamo esos vaivenes.
Es sin duda por que ejerces en mi ser
el embrujo de un mar embravecido,
violento; una tormenta de sentires...
y yo acepto esperando a que retornes,
a que en tus fuertes brazos me aprisiones,
sí...salvaje y suave, violento y tierno;
abandonar mi cuerpo, mi ser, todo
a los embates de tu amor que añoro.
La brisa trae palabras susurrantes...
me dicen llegarás rayando el alba
a cubrir con tu piel mi piel desnuda,
a formar con alma y piel...tempestades.
autor: Amanda
Hay tantas cosas, que quisiera contarte,
inútil intentar describir con palabras
la fragancia de un arroyo de montaña
o el rumor del agua, tempranito
... muy de mañana.
Muy difícil que leyendo, me comprendas
que las piedras, en el fondo, se ven lindas,
coloridas y serenas... bañaditas de fluidez
... y cantando en las cañadas
Y como en aquellos momentos
en los que fuiste feliz....
te aseguro que :... así huele
y canta transparente, la felicidad
como un arroyito de montaña
... tempranito, muy de mañana.
desconozco el autor
Agua
El agua nació libre, como el aire; no quiero
recluirla en las formas fijas, rectangulares,
de pálidos estanques, que en las noches de enero
tiemblan de frío, atados a paisajes lunares.
No quiero emparedarla, ni quiero detenerla
tras los diques enormes que la ambición construye
silenciando su arrullo; sólo deseo verla
con su risa y su canto mientras danzando fluye.
Mi mano en el arroyo suscitaba cosquillas
en la traviesa ninfa con bordados de espuma;
y en un abrazo largo y ancho, las dos orillas
estrechaban sus flancos con suavidad de pluma.
Es el agua la virgen que hemos prostituído
por ganancia de un día, por placer cuestionable;
ya ni siquiera tiene fuerza para el gemido;
tal que si amordazada, la hemos prohibido que hable.
El mar no ha permitido doma ni cautiverio,
no han cedido sus márgenes a huestes invasoras;
las olas son las fuerzas armadas de su imperio,
que en pie de guerra avanzan, a veces destructoras.
El hombre es pusilánime, no aborda a los gigantes
que presentan batalla, sino que altivo encara
a los menos fornidos, arroyos susurrantes,
ríos adormecidos en su corriente clara.
Y el agua prisionera ni canta ya ni gime,
en sus cárceles mudas simplemente se queda;
cuanto aprendió en su marcha, lo olvida o lo reprime,
pero de vez en cuando sueña que canta y rueda.
autor Francisco Álvarez Hidalgo
El Camino
Me consume el universo,
navegante solitario soy,
iridiscentes colores
irradian las estrellas
alumbrando mis quimeras.
Cielos azules,
Cielos nacarados,
Cielos amargos,
me tormenta.
Mares de risas,
Mares de llantos,
Mares de desencantos,
plétoras, del sentir.
¡Dios!
Me impuso el camino
seguiré la ruta.
Inspiradas imágenes,
Sonetos eternos.
pinceles, caballete,
paleta en mano
me acompañan,
hasta la eternidad.
Dejando historia,
en pinturas,
en piedras,
en poemas.
autor: Ricardo Sánchez Padilla
Me preguntan por ti quienes presienten
que ya no estás. ¿Tan claro es el mensaje
que de mis ojos en dos líneas brota?
Diré a mis párpados que las ausenten;
y aplicaré sobre ellos un vendaje
que me instale la amnesia gota a gota.
Nombres
Tengo la vida en blanco, porque nadie
ha escrito en ella su apellido y fecha;
hay muchos nombres, de colores neutros,
perdido el ritmo, en tibia somnolencia,
desposeídos de fervor, de acento,
donde un olvido sepulcral se acuesta;
demasiado genéricos, carecen
de magia, de embriaguez, de sutileza.
Me falta ese específico, genuino,
vestido de preguntas y respuestas,
que lleva el mundo a rastras,
sin volver la mirada hacia sus huellas,
que ha hecho brotar dos alas a la vida,
y no la lleva a cuestas.
Los nombres son etéreos, como nubes,
como vuelo de alondras, como estelas,
que vemos, y se van, y no perduran,
y sólo vagamente se recuerdan.
Nos encogemos de hombros
al escucharlos, son como luciérnagas
en la noche, puntitos luminosos
que no alumbran el paso en la tiniebla.
El nombre que yo busco no es un nombre
escueto, recortado, ni silueta
sin rasgos ni expresiones,
ni siquiera el candil o la linterna,
que apenas iluminan,
y, más que luz, generan
sombras en las paredes
de una estancia que más parece muerta.
Yo quiero un roble, firme, junto al río,
que aunque lo ve pasar, siempre se queda;
de ramas en abrazo permanente,
con raíces hincándose en la tierra,
y audaz aspiración hacia la altura,
como una torre de Babel completa.
Cuando escribas tal nombre y apellido,
puntualizados con lugar y fecha,
un estallido de color y acentos
colmará el fondo blanco, será fiesta
sobre los cuerpos mustios de los nombres,
y mi vida vacía estará llena.
autor: Francisco Álvarez Hidalgo
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