04 abril 2006

Poema del Crepúsculo


HORA DE SOLEDAD Y MELANCOLIA
EN QUE CASI ES DE NOCHE Y CASI NO ES DE DIA

HORA PARA QUE VUELVA TODO LO QUE SE FUE
HORA PARA ESTAR TRISTE, SIN PREGUNTAR PORQUE.

TODO EMPIEZA A MORIR CUANDO EMPIEZA EL OLVIDO
Y ES TAN DULCE BUSCAR LO QUE NO SE HA PERDIDO...

Y ES TAN AGRIA ESTA ANGUSTIA TERRIBLEMENTE CIERTA
DE UN GRAN AMOR DORMIDO QUE DE PRONTO DESPIERTA


VIENDO PASAR LAS NUBES SE COMPRENDE MEJOR
QUE, ASI COMO ELLAS CAMBIAN, VA CAMBIANDO EL AMOR

Y AUNQUE DECIMOS "TODO SE OLVIDA, TODO PASA..."
EN LAS CENIZAS, A VECES, NOS SORPRENDE UNA BRASA

PORQUE ES TRISTE CREER QUE SE SECO UNA FUENTE
Y QUE OTRO BEBA EL AGUA QUE BROTA NUEVAMENTE

O UNA ESTRELLA APAGADA QUE VUELVE A SER ESTRELLA,
Y VER QUE HAY OTROS OJOS QUE ESTAN FIJOS EN ELLA,

DECIMOS: "TODO PASA, PORQUE TODO SE OLVIDA..."
Y EL RECUERDO ENTRISTECE LO MEJOR DE LA VIDA.


APENAS HA DURADO PARA AMARTE Y PERDERTE
ESTE AMOR QUE DEBIA DURAR HASTA LA MUERTE

FUGAZ COMO EL CONTORNO DE UNA NUBE REMOTA,
TU AMOR NACE EN LA ESPIGA NACIENDO EN LA GAVIOTA

TU AMOR, CUANDO ERA MIO, NO ME PERTENECIA,
HOY, AUNQUE VAS, CON OTRO, QUIZAS ERES MAS MIA.

TU AMOR ES COMO EL VIENTO QUE CRUZA DE REPENTE:
NI SE VA NI SE TOCA, PERO EXISTE Y SE SIENTE.

TU AMOR ES COMO UN ARBOL QUE RENUNCIO A SU ALTURA,
PERO CUYAS RAICES ABARCAN LA LLANURA

TU AMOR ES COMO UN VIAJE POR EL SUEñO DE UN LOCO
PORQUE NUNCA COMIENZA NI TERMINA TAMPOCO

TU AMOR ME NEGO SIEMPRE LO POCO QUE PEDI
Y HOY ME DA HASTA ALEGRIA DE ESTAR TRISTE POR TI

Y, AUNQUE CREI OLVIDARTE, PIENSO EN TI TODAVIA,
CUANDO, AUN SIN SER DE NOCHE, DEJO DE SER DE DIA


autor: JOSE ANGEL BUESA





El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.



autor: Pablo Neruda






Yo sé que para el amor
no hay edad,
tampoco tengo la culpa
si me he vuelto a enamorar,
por una mirada tuya
te daría media vida
por una sonrisa tuya
mi vida entera,
y por un beso
cien vidad que tuviera.

Cuando te miro
respiro felicidad,
cuando me miras
me llenas de tu bondad,
cuando me hablas
goza de felicidad
y cuando pienso en ti
hasta vergüenza meda
si me he vuelto a enamorar,
y quiero que me perdones
porque te doblo la edad
pero no tengo la culpa,
que para el amor no hay edad,
aunque platónico sea,
amor puro y de verdad

autor: Merlin





Si alguna vez (I)

Si alguna vez te vas, si al margen quedo,
breve nota en tu libro manuscrita
que a reflexión superficial invita
e inconsciente acaricias con el dedo;

si en esa zona oscura en que aún me hospedo,
rincón de la memoria en que dormita
la rosa de mi entrega, ya marchita,
tu nostalgia de sueños desenredo;

no deseches los íntimos temblores
que tal vez estremezcan turbadores
la firme base de tu nueva vida.

Mira hacia atrás, a este feliz instante
en que te abrazo con fervor de amante,
ajeno a la noción de despedida.


autor: Francisco Álvarez Hidalgo







XII. DEL ÁRBOL

Hay en la casa un Árbol
que no planto la madre ni riegan los abuelos:
solo es visible al niño, al poeta y al perro.

Su primavera no es la que fundan las rosas:
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otoño no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafrán.

Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,
vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.

Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recién nacidos.

Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendió la tierra.

Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.


autor: Leopoldo Marechal

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