03 abril 2006

Cuando me haya ido

Cuando ya me haya ido amor,
búscame en el horizonte,
búscame en el ténue ocaso
y me encontrarás con el lucero.

No te canses, no me olvides,
sólo... búscame.

Piensa en aquel arroyo,
búscame el el agua fresca
siéntela cerca tuyo
y sentirás mis labios, mis besos
cuál fruta tierna y fresca.

No estés triste, no llores, solo recuerdame.
Recuerdame en la sonrisa de un niño
en la inocente brisa
que se transforma en vendabal.

Recuérdame en las flores,
en la fuente de agua viva,
en el vuelo de una ave,
en la luz de un candil encendido.

Cierra los ojos y escucha tu corazón
él, te abrirá el cofre de los recuerdos,
él, me traerá de vuelta a tí,
él, te recordará que te amé, te amo y te amaré.


Cuando me haya ido amor,
no mueras conmigo,
vive por mi y por ti, hónrame así.

Nunca olvides que estoy contigo,
tomándote de la mano,
aunque solo la sientas como una brisa
besándote y acariciándote
aunque no lo creas.

Cuando me haya ido amor,
no desesperes, no llores,
búscame en tu corazón
y allí me encontrarás
solo para ti, eternamente.


desconozco el autor




Canción para iniciar un olvido

¿Y para qué quieres un tesoro sino para
perderlo?
¿ Y si no es para perderlo, para qué
quieres un tesoro?

Todo al ayer uncido.

Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.

Conciencia de haber sido
y no ser más que aquel instante bello y preferido.

Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo... yo... que soy pequeña cosa,
lo mismo que una hormiga).

Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera...
la fuente seguirá
diciendo su mentira verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra dorada primavera.

Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin sentido,
pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un día ya todo lo ha vivido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una historia tenaz como la rosa).

La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.
(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).

Sólo me quedas... porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del olvido.
(Indefinido indefinidamente
tu rostro con mi verso confundido).

Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa...
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.


autor: Carmelita Soto

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