04 abril 2006

un Amigo

Reflexión de Paulo Coelho

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban
cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.

Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición.......)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.

En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed,
pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante, después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza ierta por un sombrero.

Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar.

- Podéis beber toda el agua como queráis.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- CIELO.

- ¿El Cielo? ¿Sí? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo. - ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro
nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!

-advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...

(Paulo Coelho)


Jamás abandones a tus verdaderos Amigos aunque eso te produzca
inconvenientes personales. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda: "No abandonarlos nunca". Porque:
>Hacer un Amigo es una Gracia
>Tener un amigo es un Don
>Conservar un Amigo es una Virtud
>Ser un Amigo es un Honor





Amigo



Yo quiero estar allí
cuando te falten fuerzas
yo quiero estar allí
cuando estés abatido
y quiero que me busques
y cuentes conmigo
yo quiero que tu sepas
que soy tu amigo

Que fácil es quererte
cuando todo es bueno
y alzar una canción
después de la victoria
pero yo te prefiero
libre de la gloria
como eras en el tiempo
en que nos conocimos

Amigo eres tú
como ayer
nada cambia
sigues siendo fiel

Amigo es el que va contigo
a la batalla
se cansa, pierde fuerza
pero nunca falla
se ríe con tu risa
y llora con tu llanto
amigo es el que empuja
fuerte tu esperanza


Amigo es quien te acepta
tal y como eres
te quiere con tus vicios
y con tus careceres
comparte tu ilusión
conoce tus temores
Amigo es quien no pone condiciones.

Amigo eres tú
como ayer
nada cambia
sigues siendo fiel
Amigo eres tú
para mi
un milagro
para compartir



Letra: Alberto Plaza
Música: Alberto Plaza




La Muñeca y la Rosa Blanca



De prisa, entré en la tienda por departamentos a comprar unos regalos de Navidad a última hora. Miré a mí alrededor toda la gente que allí había y me molesté un poco. Estará aquí una eternidad; con tanto que tengo que hacer pensé. La Navidad se había convertido ya casi en una molestia.



Estaba deseando dormirme por todo el tiempo que durara la Navidad. Pero me apresuré lo más que pude por entre la gente en la tienda. Entré en el departamento de juguetes. Otra vez más, me encontré murmurando para mí misma, sobre los precios de aquellos juguetes. Me pregunté si mis nietos jugarían realmente con ellos. De pronto, me encontré en la sección de muñecas. En una esquina, me encontré un niñito, como de 5 años, sosteniendo una preciosa muñeca. Estaba tocándole el cabello y la sostenía muy tiernamente. No me pude aguantar; me quedé mirándolo fijamente y preguntándome para quién sería la muñeca que sostenía, cuando de pronto se le acerco una mujer, a la cual la llama tía. El niño le preguntó: "¿Estás segura que no tengo dinero suficiente?" Y la mujer le contestó, con un

tono impaciente: "Tú sabes que no tienes suficiente dinero para comprarla." La mujer le dijo al niño que se quedara allí donde estaba mientras ella buscaba otras cosas que le faltaban. El niño continuo sosteniendo la muñeca.



Después de un ratito, me le acerqué y le pregunté al niño para quién era la muñeca. Él me contestó: "Esta muñeca es la que mi hermanita deseaba con tanto anhelo para Navidad. Ella estaba segura que Santa Claus se la iba a traer." Yo le dije que lo más seguro era que Santa Claus se la traería.



Pero él me contestó: "No, Santa no puede ir a donde mi hermanita está. Yo le tengo que dar la muñeca a mi Mamá para que ella se la lleve a mi hermanita." Yo le pregunté dónde estaba su hermana.

El niño, con una cara muy triste me contestó: "Ella se ha ido con Jesús. Mi Papá dice que Mamá se va a ir con ella también."



Mi corazón casi deja de latir. Volví a mirar al niño una y otra vez. Él continuo: "Le dije a Papá que le dijera a Mamá que no se fuera todavía. Le dije que le dijera a ella que esperara un poco hasta que yo regresara de la tienda." El niño me preguntó si quería ver su foto y le dije que me encantaría. Entonces, el saco unas fotografías que tenía en su bolsillo y que había tomado al frente de la tienda y me dijo: "Le dije a Papá que le llevara estas fotos a mi mamá para que ella nunca se olvide de mí. Quiero mucho a mi mamá y no quisiera que ella se fuera. Pero Papá dice que ella se tiene que ir con mi hermanita."



Me di cuenta que el niño había bajado la cabeza y se había quedado muy callado.



Mientras él no miraba, metí la mano en mi cartera y saque unos billetes.



Le dije al niño que contáramos el dinero otra vez. El niño se entusiasmo mucho y comentó: "Yo sé que es suficiente." Y comenzó a contar el dinero otra vez. El dinero ahora era suficiente para pagar la muñeca. El niño, en una voz muy suave, comentó: " Gracias Jesús por darme suficiente dinero." El niño entonces comentó: "Yo le acababa de pedir dinero para comprar esta muñeca, para que así mi Mamá se la pueda llevar a mi hermanita. Y él oyó mi oración. Yo le quería pedir dinero suficiente para comprarle a mi Mamá una rosa blanca también, pero no lo hice. Pero él me acaba de dar suficiente para comprar la muñeca y la rosa para mi Mamá.



A ella le gustan mucho las rosas. Le gustan mucho las rosas blancas." En unos minutos la tía regresó y yo, desapercibidamente, me fui. Mientras terminaba mis compras, con un espíritu muy diferente al que tenía al comenzar las compras, no podía dejar de pensar en el niño. Seguí pensando en una historia que había leído en el periódico unos días antes, acerca de un accidente causado por un conductor ebrio, el cual había causado un accidente donde había perecido una niñita y su mamá estaba en estado de gravedad. La familia estaba deliberando en si mantener o no a la mujer con vida artificial y maquinas. Me di cuenta de inmediato que este niño pertenecía a esa familia. Dos días más tarde leí en el periódico que la mujer del accidente había sido removida de la maquinaria que la mantenía viva y había muerto. No me podía quitar de la mente al niño. Más tarde ese día, fui y compre un ramo de rosas blancas y las lleve a la funeraria donde estaba el cuerpo de la mujer. Y allí estaba, la mujer del periódico, con una rosa blanca en su mano, una hermosa muñeca, y la foto del niño en la tienda.



Me fui llorando... mi vida había cambiado para siempre. El amor de aquel niño por su madre y su hermanita era enorme. En un segundo, un conductor ebrio le había destrozado la vida en pedazos a aquel niñito.



Ahora tu tienes la opción, tu puedes cambiar tus actitudes y ser más sensible ante las necesidades de los demás, pudiendo covertirte en instrumento de Dios para ayudar a otros, no actúes como si este mensaje no te hubiera tocado el corazón.



Los amigos son ángeles que nos ayudan a ponernos de pie otra vez cuando nuestras alas olvidan como volar"



Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.


-El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido-,
Si mi mano te toca,
tu voz, con vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será un cielo nublado.
Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río...


Y un día, un dulce día, quizá un dí de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el día que las madres y la recién casadas
vienen por los caminos a las mismas cantadas;
el día que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga, y el pescador no pesca...
-tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y espolvoree plata
sobre la paz del monte; tal vez el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-

Un día un dulce día con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento,
y será el regocijo.
de besarte las manos, y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...


autor José Pedroni

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